miércoles, 10 de octubre de 2012

HAY AMORES QUE MATAN (A OTROS)


El tertuliano Wert, ahora convertido en ministro de educación y no sé cuantas cosas más por designio del singular tipo que, en su calidad de presidente de España ¡vive dios! dice dirigir “cueste lo que cueste”  nuestros destinos, está desatado.

Sí, desatado está el señor ministro y su señora esposa aún más desatada. Ayer decía la dama en la tele (ahora le dan cancha en la televisión pública) que los españoles están enfadados con sus políticos porque -  como el Estado lo invade todo cuando las cosas van mal lo lógico es que el descontento se manifieste contra los políticos como máximos responsables de tanto Estado – venía a decir, y yo añado  - de tanto Estado y de otro estado,  del estado de las cosas que, supuestamente, gestionan los políticos que elegimos -   Curioso razonamiento el de la ministra consorte, al parecer ella preferiría que desapareciera el Estado para que los ciudadanos fuéramos directamente con nuestras protestas a la casa de no se sabe bien quién (ni ella lo sugiere) pero, entretanto, todos a callar porque protestar en las calles es una grosería y una ordinariez impropia de gente fina. Para esta señora tan sutil y delicada la gente parece ser una molestia y, oiga mire usted, en eso coincidimos, yo también considero que alguna gente es una molestia pero me aguanto ¡que remedio! (claro que, por suerte para mí, yo no estoy casado con el ministro ese ni con ninguna ministra) ¿Qué diría Letamendía de esta tesis de la catedrática de Ciencia Política?

El esposo (mantecoso) de la dama en cuestión decía ayer en el Parlamento que quiere españolizar a los niños catalanes “para que se sientan tan orgullosos de ser españoles como de ser catalanes”. Bien ministro, muy bien “jugao”, españolice usted a los niños de las Españas, seguro que eso será muy bueno para ellos (o no) pero a mí me parece que tal vez tampoco estaría mal que catalanice usted a los niños españoles para que se sientan tan orgullosos de ser catalanes (¿) como de ser españoles. Si lo que pretende, señor, es mejorar la convivencia debería considerar esta posibilidad (o no?). Como ministro de cultura seguro que, a propósito de la conservación del medio ambiente,  ha oído decir alguna vez aquello de – no deberíamos preocuparnos tanto de qué planeta dejamos a nuestros hijos cuanto de qué hijos dejamos a nuestro planeta –  Digo yo que esto  debe ser algo así.

¿De que hablarán estos dos cuando se acuestan cada noche? Miedo me da.